[pp. 47-55]
Recomponer las piezas. Pérdida y duelo
Pieces of a Woman | Kornél Mundruczó | 2020
Maria Medina-Vicent

Universitat Jaume I, España



Introducción [1]

Pieces of a Woman (Kornél Mundruczó, 2020) es un retrato de la pérdida, un viaje por el duelo y el intento de recuperación de una joven pareja que ha perdido a su hija recién nacida, una historia de amor y dolor.

La película comienza un 17 de septiembre, situándonos en el inicio del otoño, que viene marcado por el frío y el color gris. En este paisaje desolador se nos introduce a Sean (Shia LaBeouf), un obrero de la construcción que está trabajando en el puente que vemos en la imagen y que tiene prisa por terminarlo antes de que su hija llegue al mundo. Hay una promesa de felicidad que se enfrenta a la gelidez del paisaje.

La película termina un 3 de abril con el inicio de la primavera, situando al espectador en el mismo puente, ya terminado, pero ahora con mayor color, donde vemos a Martha (Vanessa Kirby) despidiéndose de su hija mientras lanza sus cenizas al río. Hay también aquí una esperanza de felicidad, de reconstrucción y nuevo inicio, marcada por la despedida.

En el tiempo que transcurre de septiembre a abril, partimos de un suceso traumático y asistimos al intento de recuperación de ambos personajes sobre ese mismo suceso. Tanto Sean como Marta tratarán de superar la pérdida de su hija recién nacida, pero lo harán de modos muy distintos, acabando por tomar diferentes caminos. Partimos pues de un puente a medio construir, una situación en la que todo está por hacer y vivir, y acabamos en un puente ya terminado. Si nos fijamos en las imágenes, resulta más esperanzador el segundo espacio, de hecho, la primera imagen puede funcionar como una advertencia de lo que está por venir. Así pues, la metáfora de la recuperación entre una escena y otra se abre paso ante nosotros para mostrar los altibajos de la relación y la imposibilidad de rearticular un proyecto de vida conjunta. En cierto modo, el puente terminado y completamente operable representa esa relación terminada, cuya trazabilidad da paso ahora a un futuro que les aleja al uno del otro, pero que permite abrir paso a nuevos y prometedores caminos.

En este artículo trataremos de transitar este camino del duelo, recomponiendo las piezas en las que ambos personajes van descomponiéndose a lo largo de la película.

1. La tenue luz que se desvanece

Los primeros treinta minutos de la película son ocupados por el proceso de parto de Martha, quien, junto a Sean, había decidido previamente tener un parto natural en su propia casa. En lo que asistimos al parto, somos testigos del dolor de Martha, las náuseas, las contracciones, los gases, etc. El modo en el que se narra el proceso es muy diferente a las formas en las que se suele representar el momento del parto en el cine mainstream (González de Dios et al., 2013), esta película nos aporta detalles más concretos sobre el parto y sus efectos en el cuerpo de la mujer, y también ofrece una mirada más amplia del proceso, que normalmente suele centrarse en la mera representación del momento “final” del mismo.

En este sentido, esta película puede contribuir a generar nuevas narraciones sobre el embarazo y el parto, y también sobre los cuerpos embarazados, abrir la posibilidad de pensar el cambio corporal de las embarazadas como un proceso que genera miedo e incertidumbre, ya que las mujeres se enfrentan a cambios corporales y hormonales muy fuertes (de Fez, 2020). Un ejemplo de esta mayor representación de lo que supone un embarazo, lo podemos encontrar también en la representación del proceso del postparto, que suele obviarse en la mayor parte de los filmes. Por ejemplo, cuando Martha retorna a su lugar de trabajo y, mostrándose incómoda físicamente en ciertos momentos, acude al baño, donde vemos que porta unas compresas postparto para la pérdida de sangre.

Pero volvamos al momento de dar a luz, ese momento que con ilusión espera la pareja protagonista. Como todo parto, se encuentra imbricado por la incertidumbre, la narración nos genera cierta inseguridad que aumenta con la llegada de Eva (Molly Parker), una comadrona que no es la misma con la que la pareja ha vivido todo el embarazo. La llegada de Sean ocupa un papel clave en el acompañamiento y en ciertos momentos se nos traslada su frustración por no poder ejercer un papel más importante en el parto. Su asunción de un papel secundario comenzará en este momento y le acompañará el resto de la película, cuando intenta transitar su propio proceso de duelo. De hecho, algo que se representa de forma clara en la película es el papel de la pareja como acompañante del parto, en todo momento se muestra cuidador ofreciendo una calma que en realidad él tampoco tiene. Estas escenas del proceso de parto son aquellas en las que la pareja se muestra más unida y se puede percibir claramente el amor y la conexión que ambos tienen, se trata de una conexión que al acabar la escena, ya no volverá a aparecer. Así pues, los planos son más cortos en esta escena y los vemos juntos, en contacto físico, algo que resultará difícil de ver en el resto de la película.

Durante el parto, la cosa se complica y la comadrona comprueba que el ritmo cardíaco de la bebé va un poco lento, y le dice a Sean que quizás haya que transferir a Martha al hospital. Previniendo lo que pueda ocurrir, Sean decide preparar a Martha frente a la posibilidad de acabar el parto en el hospital, tratando de subrayar que no sería un fracaso si esto finalmente sucediese. Así, le dice a Martha que: “No es un fracaso si tenemos que ir al hospital”. Cuando la situación se comienza a complicar, la comadrona le dice que llame a urgencias porque la bebé está sufriendo y es conveniente que, en el caso de que ocurra algo, puedan contar con la asistencia sanitaria de los servicios hospitalarios. La escalada de tensión que se viene produciendo desde el minuto uno del parto, nos pilla de improviso, cuando Martha consigue dar a luz a su hija. En este momento sentimos alivio, ya que, a pesar de que todo nos indicaba que algo malo iba a suceder, las cosas han salido bien y vemos a Martha y Sean con su hija en brazos. Todo va bien y la cámara abandona a la pareja para centrarse en la comadrona, que respira aliviada frente al espejo. Dura un solo instante la sonrisa de la comadrona, cuya mirada nos traslada en un segundo la posibilidad de que algo no vaya tan bien. La cámara cambia de movimiento y retrocede para seguir a la comadrona, que se gira hacia la pareja y acude corriendo a consultar el estado de salud de la pequeña. Lo siguiente que vemos es a Sean corriendo para recibir la ambulancia y nos mantenemos parados como espectadores en ese plano, mientras las sirenas del vehículo siguen sonando e intuimos que la pequeña se ha marchado. El mismo desconocimiento sobre lo que sucede dentro de la casa nos acompañará durante toda la película, pero no solamente a nosotros que como espectadores nos preguntamos qué le ocurrió a la pequeña, sino también a la pareja y su familia.

2. La entrada en la oscuridad: el duelo

Aunque la película se centra en el proceso de duelo de Martha, veremos cómo Sean reivindicará de forma incansable la comprensión de esta y un espacio para compartir su dolor, es una historia, por tanto, también del duelo de Sean y del resto de la familia. A diferencia de lo que suele ocurrir generalmente en el cine que versa sobre la maternidad o la pérdida de un hijo/a, aquí sí veremos reflejada la experiencia del padre (Orellana, 2007). También la abuela, Elisabeth (Ellen Burstyn) tomará su propio camino para expresar el amor que siente por su hija y por su nieta, y el dolor que le provoca la pérdida de esta última.

Una cuestión central que se expresa de forma clara en la película es cómo existen diferentes modos para afrontar el dolor, diferentes caminos para sobrevivir a la pérdida –o no hacerlo– y gestionar el periodo de duelo. Las diferentes narrativas y caminos que adoptan estos tres personajes se entrelazan y se encuentran en ciertos momentos, algunos encuentros se producen de forma serena y pacífica, pero la mayor parte adquirirán un tono abrupto y conflictivo. Estos encuentros y desencuentros muestran, en cierta medida, que, en muchas ocasiones, aquellos que nos quieren, no lo hacen del modo en que a nosotros nos gustaría. La película también es una historia sobre cómo aprender a aceptar esta realidad. Pero veamos cómo se trazan estos caminos de recuperación y reconciliación, y hasta dónde nos llevan.

Tras dejarnos frente a la ambulancia, lo próximo que se nos ofrece es un plano general de Martha caminando por la ciudad, dirigiéndose a reincorporarse a su trabajo. No se nos muestra a una Martha expresiva, que llora y narra lo sucedido, sino a una mujer que trata de incorporar lo ocurrido a su vida de forma reflexiva, introspectiva y silenciosa. Rápidamente se nos presenta uno de los hándicaps que acompañarán al personaje el resto de la película (y de su vida), y es que, se seguirá encontrando con niñas, con fantasmas que le recordarán lo perdido y nunca vivido. La presencia imborrable de una hija a la que nunca podrá cuidar. Y esto será una constante vital, uno de los ejercicios claros de integración del dolor como parte de la vida a los que deberá enfrentarse Martha. Como se ha apuntado también previamente, la presencia de los procesos corporales y fisiológicos posteriores al parto estarán presentes en la narrativa del duelo de Martha y veremos cómo reacciona ante ellos de forma calmada y consciente. La idea queda clara: ha habido un parto y sus efectos se hacen presentes en el cuerpo, pero aquello tan esperado, el resultado del parto, no está presente en la vida de Martha. Ha habido dolor, pero la calma no ha llegado.

Otra de las cuestiones que quedan claras es que las formas en que cada parte de la pareja, Martha y Sean, afrontan lo sucedido, los aleja más que los acerca, algo que nos hace pensar anticipadamente que la pareja acabará rompiéndose. Al acudir al depósito de cadáveres para hablar con el doctor encargado de realizar la autopsia a la bebé, y no encontrar una explicación clara a lo sucedido, Sean reaccionará de forma agresiva, mientras que Martha se enfrentará al momento desde la calma y una asunción más tranquila de la falta de respuestas sobre la muerte de su hija. Sean necesita respuesta y culpables, Martha no.

Cuando diferentes personajes dicen a Martha: “Lamento su pérdida”, los primeros planos de su cara nos muestran cierta incomprensión sobre el significado de dichas palabras y nos plantea la duda de si existe realmente una conciencia por parte de Martha sobre lo sucedido. Pero aquello que podemos intuir como debilidad del personaje o evasión de la realidad por su parte, se torna en otros momentos en una lucidez clara sobre su forma de afrontar lo sucedido, dejar sanar las heridas poco a poco, sin buscar fuera del propio cuerpo y conciencia, aquello que solamente puede venir de dentro. En cierta medida, el dolor de Martha solamente se exterioriza cuando se relaciona con Sean y con su madre. Las diferentes opiniones y perspectivas de estos personajes provocan en Martha cierta ira, quizás por la falta de comprensión y respeto por el proceso de duelo que ella está teniendo. Especialmente, estas recriminaciones se giran hacia Sean y su modo de afrontar el suceso. Martha se aleja de él para entrar en un proceso de búsqueda interior y de autocomprensión que culminará en cierto modo en el juicio, como veremos más adelante. A lo largo de la película veremos una serie de acciones de Martha que nos remiten a su mundo interior, al proceso de reconciliación consigo misma (como, por ejemplo, su relación con las manzanas, que veremos más adelante).

Cabe señalar aquí, con el objeto de enmarcar de una forma más amplia las relaciones de poder que hay en el interior de la pareja, y de esta con respecto a la madre de Martha, que existe una relación de poder entre Sean y su suegra, sostenida sobre todo por el hecho de que Elisabeth financia gran parte de las necesidades de la pareja La película se inicia comprándole un coche a la pareja, y se da a entender que a Elisabeth no le gusta Sean, a quien considera por debajo de su hija. Y sí se percibe una diferencia de clase social que se puede entrever en los recursos de la familia de Martha, de clase acomodada y con recursos, y también en el trabajo de él, un obrero de la construcción, cuya familia parece no existir y que no tiene recursos económicos. Esto es algo que se irá arrastrando durante toda la película y que lastra en gran medida el papel de Sean en todo el proceso de duelo. De hecho, en este proceso de progresiva rotura de los lazos que unen a la pareja, Martha retraerá en diversas ocasiones a Sean algunas de estas cuestiones y otras relativas a su pasado, como su alcoholismo ya superado.

A pesar de esta cuestión que distancia a Sean de la familia de Martha, hay dos instantes en la película en que Sean y Elisabeth se encuentran en el duelo, después de ir a pedir la lápida de la bebé, cuando acuerdan en convencer a Martha de unirse al juicio contra la comadrona, y cuando Sean decide irse, animado, empujado y también financiado por la abuela. Esta “alianza” entre Sean y Elisabeth será leída por parte de Martha como una traición imperdonable.

De este modo, uno de los puntos conflictivos o la aparente imposibilidad de transitar el duelo y asimilar la pérdida de forma conjunta, como pareja, estriba en que Sean se empeña fehacientemente en verbalizar el proceso, mientras que Martha asume un papel más silencioso. Aun así, Sean trata de abordar el tema de forma directa y le plantea a Martha la posibilidad de presentar cargos y estar presentes en el juicio contra la comadrona, a lo que Martha responde con más silencio. Frente a la actitud de Martha, Sean lanza estas frases: “No soy tu madre, soy tu pareja, somos un equipo. ¿Podemos hablarlo Martha?”. Se torna clara la cuestión que planteábamos más arriba, la relación madre-hija está deteriorada y podemos intuir que ha sido siempre conflictiva, mientras que con Sean la relación era mucho más cercana y comprensiva. Pero parece que las tornas van girando poco a poco, así, el duelo girará la ecuación a favor de la recuperación de la relación madre-hija. Sean se derrumba en más de una ocasión frente a lo que interpreta como indiferencia y frialdad por parte de Martha, solamente una cuestión queda planteada de forma clara por parte de la protagonista, a petición de Sean, no entregará el cuerpo de la bebé a la ciencia, lo que él agradece llorando.

De este modo, al igual que anteriormente habíamos señalado que en la escena del parto se entreveía de forma clara el amor de la pareja, y la devoción y acompañamiento de Sean, ahora partimos de una distancia casi insalvable entre ambos. A diferencia de Martha, Sean reclama explícitamente el reconocimiento de la pérdida, hablar sobre su hija, por esta razón, cuando Martha retira el marco de fotos con las ecografías de la bebé que Sean le había regalado antes de nacer la niña, mientras deshace la habitación, Sean le pregunta: “¿Por qué quieres que mi hija desaparezca?”, a lo que Martha responde: “No necesitamos esta habitación, porque no tenemos ninguna hija”. Tal y como se nos presenta la escena y la disposición de los personajes, vemos que Sean, situado en la puerta de la habitación de su hija, admira desde fuera el dolor de Marta, y no puede acceder a la estancia. No puede acceder a Martha.

Por otro lado, Sean sí reclama durante el proceso de duelo el amor de su pareja, su cariño, el contacto físico. Martha intenta responder a este requerimiento, pero la distancia es tal, que cualquier intento de acercamiento acabará en un fracaso total y doloroso. Escenas como las que se ven las siguientes imágenes nos muestran el grito desesperado por parte de los personajes, un intento por comprenderse y consolarse que no se materializa más que en el fracaso y el dolor. Más adelante, Sean le será infiel a Martha con la abogada del caso, y también Martha estará a punto de hacer lo mismo una noche, pero sin llegar a ello. Además, Sean también vuelve a beber y adoptar viejos vicios como el tabaco. De este modo, el camino de Sean parece llevarlo hacia atrás, hacia un pasado que la misma Martha le ayudó a superar.

Finalmente, tal y como cabría pensar, ese camino hacia el pasado llevará a Sean a regresar a Seattle, su ciudad natal. Elisabeth financiará ese viaje y pedirá explícitamente a Sean que no vuelva a la vida de su hija. Es Martha quien lo lleva al aeropuerto en la furgoneta y no se despide de él. Sean baja de la furgoneta y vuelve a abrir la puerta para lanzar su gorro de lana, el mismo que Martha se pondrá al final de la película, cuando lanza las cenizas de su hija al río, en un gesto por incorporar la presencia de Sean a un momento tan importante. La escena de la despedida resulta de una frialdad pasmosa. De nuevo, solamente vemos una reacción externa en Sean, quien llora mientras se acerca a la puerta de entrada del aeropuerto.

Así pues, cada paso que dan los protagonistas en su proceso de duelo, parece que se dirigen a una progresiva e inevitable rotura de la relación. Es algo que observamos claramente en cómo se van marchitando las plantas que ambos tienen dispuestas por toda la casa, que pasan de estar en plena vida en el momento del parto a ir marchitándose conforme avance el proceso de duelo. Frente a esa progresiva muerte de la poca vida que queda en el espacio compartido por la pareja, cabe señalar que a lo largo de la película, Martha mantiene una relación un tanto extraña con las manzanas. Desde la primera escena después de la pérdida de su hija, la vemos comprando manzanas, oliéndolas, mordiéndolas, etc. pero intuimos que la razón supera el hambre que pueda tener el personaje en cada momento. Se trata de un símbolo que no seremos capaces de interpretar o entender hasta el final mismo de la película, durante el juicio. Cuando el abogado que defiende a la comadrona le pregunta: “¿Cómo se sintió al sujetar al bebé que acababa de parir?”, Y Martha, tratando de recordar los detalles de ese momento responde: “Olía a manzanas”. Con esa frase comprendemos por qué Martha ha ido guardando una a una las semillas de las manzanas que se ha comido. Al final de la película se nos mostrará que dichas semillas están empezando a emerger, la vida se vuelve a abrir paso en la vida de Martha y empezamos a entrever la luz para el camino de la recuperación y la reconciliación con una misma y con el mundo.

Por otro lado, en cierta medida, el duelo de ambos personajes se encuentra en todo momento atravesado por una acusación implícita, que solamente la madre de la protagonista se atreve a pronunciar: la decisión de parir en casa. Esta será la losa que porten ambos personajes gran parte de la película, así como sus familiares. No obstante, la recriminación de Elisabeth, la madre de Martha, está presente a lo largo de toda la película. De hecho, intuimos que, aunque la tensión subyacente a la relación madre-hija viene de mucho atrás, la decisión de la pareja de tener un parto en casa nunca fue aprobada por Elisabeth.

Pero, aunque podamos pensar que el personaje de Elisabeth resulta frío en este sentido, también el proceso de duelo de la abuela se ve reflejado en la película y adquiere sus propias características. Son distintos modos de transitar la pena, algunas fórmulas claras consuelan a Elisabeth, por ejemplo, la idea de enterrar a su nieta (a lo que Martha se negará) u otras como el juicio y encontrar a un culpable (otra lucha que Martha no compartirá). De hecho, Elisabeth es la encargada de buscar a una abogada para defender a su hija y su nieta, algo con lo que Martha no estará plenamente de acuerdo. La forma en la que Martha lleva su proceso de duelo, de forma interna, autoconsciente y sin demostrar de forma abrupta y clara su rabia y dolor, extrañan a la gente que tiene alrededor. Para su madre, la forma de comportarse de Martha refleja el haber tirado la toalla y mostrarse indiferente, ante todo. Elisabeth concibe esta actitud por parte de su hija como una muestra más de su carácter débil. El momento en que Elisabeth comienza a comprender a su hija vendrá más adelante.

Vemos confrontados de forma clara y directa los diferentes modos de afrontar la pérdida de ambas mujeres durante una reunión familiar, cuando Martha y Elizabeth se ven envueltas en una pelea, en la que esta última acusa sin tacto a la primera de negligencia, culpándola por la pérdida de su hija: “Si hubieras seguido mi camino, ahora estarías sosteniendo a tu hija en tus brazos”. Esta frase, por lo que nos muestra la cara de Martha, es como un puñetazo al estómago, lo cual es interpretado por Martha como un acto de crueldad imperdonable, especialmente viniendo de una madre. Pero esta actitud por parte de Elisabeth, se puede interpretar como un intento por hacer despertar a su hija y generar algún tipo de reacción en ella, algo que consigue, y que Sean no ha sido capaz de conseguir. En ese momento Elisabeth comparte la historia de su nacimiento con Martha, y le cuenta que cuando su madre la tuvo, vivían escondidas y apenas tenían para comer. Pese a las escasas perspectivas de vida que Elisabeth tenía de bebé, señala que “levantó la cabeza y peleó por sí misma”. De estas palabras se deduce claramente que para Elisabeth el duelo es una lucha explícita, coraje verbalizado, por lo que, no resulta extraño que condene el comportamiento de su hija.

Aun así, cabe remarcar que existen más puntos de confluencia entre Martha y Elisabeth, que entre Martha y Sean. Es decir, si bien Martha transitará el duelo de forma silenciosa y reflexiva, tendrá más conversaciones con su madre, se enfadará más con ella y se lo comunicará. Quizás este punto sea la clave para comprender qué relación proseguirá adelante y cuál morirá por el camino.

3. Retornar a la luz: el juicio y el despertar

Como se ha comentado anteriormente, frente a lo sucedido, la pareja tiene dudas sobre si presentar una demanda contra la comadrona por negligencia, finalmente la familia (sin la participación y apoyo expreso de Martha), se unirá a la acusación. En el juicio, Martha subirá al estrado para ser interrogada por ambas partes. De hecho, esta es la única noticia que tenemos del juicio, la única escena que nos remite a dicho espacio. En la escena a la que nos referimos, Martha parece encontrarse en un estado de trance, se muestra tranquila, hasta que comienza el proceso de revivir el parto y el momento en que perdió a su hija. Y lo hace poco a poco, de forma consciente, percatándose de aquellas cosas que recuerda, y aquellas que no, tratando de rememorar los detalles de esa noche. Los primeros planos de esta escena nos muestran a una Martha introspectiva en este recomponer las piezas, de nuevo, Martha se encuentra frente a su hija, a quien sostiene en brazos, y parece que esto la aproxima a la reconciliación consigo misma y con el mundo.

En este sentido, me gustaría señalar el paso del color rojo al azul, la diferencia en el color del vestuario de Martha a lo largo de la película como un paso de la apertura de la herida, representando el rojo la sangre floreciente de una herida abierta, a otro momento en que Martha se dirige al juicio portando un abrigo azul, alcanzando una fase de mayor entendimiento de lo sucedido y una mayor tranquilidad. Es un proceso que también encontramos en Sean, en imágenes anteriores vemos cómo nada más suceder la pérdida de su hija, porta una chaqueta roja mientras llora en el pasillo de la casa, y al marcharse al aeropuerto, porta una chaqueta azul.

Durante el juicio será la primera vez que veamos a Martha llorar después del suceso. También ocurrirá otra cuestión relevante, y es que, el debate de fondo sobre la conveniencia o no de los partos en casa, no es abordada de forma explícita y directa. De hecho, una de las cuestiones que pueden quedar más o menos clara en el discurso que da Martha durante el juicio en defensa de la comadrona, es que la película no va a entrar ahí. Esto, junto al hecho de que nunca sepamos qué le ocurrió realmente a la bebé, hace que la película no se posicione en este debate social actual. Por esta razón, consideramos necesario remarcar que esta no parece ser la intención de la película, sino centrarse en el proceso de duelo de los personajes. Aquí también reside la razón central de la configuración de nuestro objeto de estudio desarrollado en el presente artículo. Además, partimos del hecho que la figura de la madre como figura central a la hora de abordar el proceso de duelo en la pérdida o abandono del/la hijo/a es una constante en el cine (Armstrong, 2012; Broda & Benhaim, 2020).

Una pregunta del abogado defensor de la comadrona parece impactar de forma clara en Martha: “¿Cómo se sintió al sujetar al bebé que acababa de parir?” (pregunta de la que hemos hablado más arriba). Después de escuchar esta pregunta, Martha parece muy desconcertada, tratando de rebuscar en su memoria una imagen de ese instante, de ser capaz de describir a su hija sin dejar lugar a dudas. Cuando se percata de que no es capaz de encontrar en su mente una imagen clara de su hija, responde al abogado con la única certeza que tiene: “Olía a manzanas”. Aquí encontramos la razón a la extraña obsesión con las manzanas que desarrolla Martha a lo largo de la película que ya hemos mencionada anteriormente. Las manzanas huelen a su hija, son ese objeto que le permiten enlazar con el instante en que la sostuvo en brazos. Y quizás, nos queda la duda, Martha no es consciente de esto hasta que lo torna explícito durante el juicio. Poner en palabras estas cuestiones, ayudará a Martha a comprender que el instante que compartió con su hija en este mundo, es más valioso que todo lo demás, más valioso que las recriminaciones, que la búsqueda de culpables. Y el revelado de las fotos que hizo Sean en el mismo momento del nacimiento de la pequeña confirmarán a Martha la realidad: sí, su hija nació y compartió un instante con ella. Esto es a lo que se aferra, y así lo refleja su cara de felicidad cuando admira la imagen de la fotografía donde se las ve juntas. Del mismo modo, cabe señalar que frente a una tendencia clara en el cine contemporáneo que representa la maternidad y que implica que “La felicidad de la práctica totalidad de los personajes femeninos que analizamos está determinada por lo que les pasa o por lo que les falta, no por lo que son, es decir, un novio, un hijo, un marido, o en el caso de tenerlo la incapacidad para integrarlo (Lanuza Avello & Ester Casas, 2017, p. 118), en el caso de Martha, lo que “es” viene determinado por la forma de afrontar el proceso.

Conclusión

Una vez terminada la película, no llegamos a saber bien el porqué de la imposibilidad de que la pareja encuentre consuelo en sí misma, no sabemos cómo acabará superando Sean el suceso, pero sí se deja una puerta entreabierta para imaginar el futuro de Martha. La última escena de la película nos remite a un espacio primaveral y soleado, vemos un gran manzano en el que juega una pequeña niña rubia. Podemos imaginar que finalmente Martha pudo volver a reencontrase con la maternidad y encontrar cierta paz, o quizás se nos está presentando el futuro hipotético de lo que podría haber sido. No podemos estar seguros, lo que sí queda claro es que el proceso de duelo y de curación de cada personaje, se dirige hacia unos derroteros u otros. Que no hay una forma correcta y prescriptiva de enfrentarse a los sucesos traumáticos que acontecen en nuestras vidas. De este modo, a lo largo del duelo vemos que Sean llora y expresa sus emociones de una forma más directa que Martha, y vemos cómo esta transita un camino silencioso e introspectivo. La falta de entendimiento entre ambas partes de la pareja llevará irremediablemente a la rotura de la misma, abandonando Sean la ciudad para volver a su hogar natal. Pero Martha no se queda sola, ya que su camino la llevará a reencontrarse con su madre.

En gran parte, el paso a un nuevo momento viene marcado por la reconciliación de Martha con su madre, quien empieza a mostrar signos de demencia. El momento en que Martha empieza a convertirse en la “madre”, por decirlo de algún modo, de su propia madre, en cuidadora, marca en cierta medida un punto de inflexión en su percepción de todo lo sucedido, o al menos, esto es lo que nos da a entender la narración. Martha pierde una hija, y Elisabeth recupera a la suya. Y es que, la reconciliación de Martha con el mundo comienza cuando se permite recordar a su hija y reconciliarse con sí misma, pero es también un viaje para curar otras heridas, sobre todo las que se refieren a esa complicada relación con su madre. Más allá de buscar una razón a la muerte de su hija, de conocer la causa o el culpable, Martha trata de incorporar la arbitrariedad del destino a su vida, tratando de entender que hay cosas que no puede ser explicadas, y así, va recomponiendo las piezas hacia su recuperación.

Referencias

Armstrong, R. (2012). Mourning Films. A Critical Study of Loss and Grieving in Cinema. MacFarland & Company.

Broda, V., & Benhaim, M. (2020). Melancolía y duelo. El duelo de sí mismo: tratamiento de la dimensión irrepresentable de lo real de la muerte en el cine. Ética y Cine Journal, 10(1), 9–27. https://doi.org/10.31056/2250.5415.v10.n1.29191

de Fez, D. (2020). Reina del grito. Un viaje por los miedos femeninos. Blackie Books.

González de Dios, J., Martínez González, C., & Ruiz Lázaro, P. J. (2013). Embarazo y parto en el cine (I): emociones y reflexiones. Rev Pediatr Aten Primaria, 15(375), 177–188.

Lanuza Avello, A., & Ester Casas, B. (2017). La maternidad en el cine y la ficción contemporáneas. SCIO. Revista de Filosofía, 13, 97–119.

Orellana, J. (2007). Como en un espejo, drama humano y sentido religioso en el cine contemporáneo. Editorial Encuentro.



NOTAS

[1Este trabajo ha sido financiado en el contexto del proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación con referencia PID2020-113054GB-I00